Conoces la Historia de Canarias ?

domingo, 25 de septiembre de 2011

LA SUCESIÓN ENTRE LOS GUANCHES






SUCESIÓN GUANCHE





La forma de gobierno, en Tenerife (Achinech), era la monarquía absolutista hereditaria.



De los tiempos mas antiguos de que se tiene noticias, se heredaba la corona con arreglo al derecho materno (matriarcal), pasando el cetro de un hermano varón a otro, empezando por el de mas edad y muerto el último pasaba al primogénito de la hermana mas vieja. Éste hecho revela que prevalecía la filiación femenina. A ciencia cierta no se conocía con seguridad absoluta quién era el padre. Imperaba la ley sálica por la cual estaba vedado el trono a la mujer.



Con el curso de los siglos la evolución familiar a una forma mas perfecta condujo a un cambio drástico, se sustituyó la línea materna por la paterna y en tales circunstancias comenzó a trasmitirse la corona del padre así hijo varón primogénito y así sucesivamente y al hermano inmediato en defecto de sucesión masculina.



Este cambio en la sucesión de la corona de la línea materna a la paterna dio origen a guerras que llegaron a alcanzar la época de la conquista.



Viana recoge en sus crónicas, al hablar del menceyato de Taoro, donde practicó sus investigaciones, que la sucesión era de padre a hijo, respetando la línea masculina. Estos Estados mantuvieron su criterio con las armas en la mano.



Fray Abreu Galindo, que también escribe sobre el mismo particular, se equivoca, al decir que la sucesión era por elección del candidato.



Los menceyes guardaban celosamente las reliquias óseas del mas antiguo monarca, cráneo y húmero derecho, envuelto en piel gamuzada, que iban trasmitiendo a sus herederos.


Los menceyes custodiaban éstas reliquias venerables y las usaban en las solemnidades como cetro. La nobleza, antes de ceñirse la corona, juraba sobre los símbolos, guardar las leyes y hacerlas guardar, como el compromiso mas sagrado.


Las consecuencias de las luchas entre partidarios de ambos derechos y ser una raza guerrera trajo como resultado una especie de arreglo familiar, según el cual, aunque se respetaría el derecho paterno, se le concedía a los infantes el gobierno vitalicio de un territorio, así nacieron los Achimenceyes y sus correspondientes achimenceyatos. Algunos miembros no respetaron tales acuerdos y las nuevas generaciones se convirtieron en organizados centros rebeldes.



Cuando la vida del Mencey tocaba a su fin se movilizaba la población con el propósito de preparar al sucesor y evitar confrontaciones con otros pretendientes, así como también preparar la asamblea o Beñesmer.


Muerto el Mencey se reunía el Tagoro y en medio de un sencillo pero solemne acto ceremonial, del que se tienen escasas noticias, se ofrecía al nuevo rey las leyes del reino y éste a su vez juraba, colocando los huesos guardados de su antepasado, sobre la cabeza, prestaba juramento de fidelidad a la Nación. A continuación recibía el saludo de los asistentes a la Asamblea, comenzando por los mas ancianos.


Una vez concluida la ceremonia, se lanzaban ajijides (gritos de júbilo), señal de que tenían nuevo soberano, desde ese momento se le daba el tratamiento de Quebehí.


No se realizaban festejos inmediatamente pues se debía guarda luto quince días por el difunto, mientras se embalsamaba y se alojaba (no se enterraba) en el lugar definitivo, generalmente una cavidad habilitada para tal fin, se depositaba sobre un chajasco (ataúd) y se tapiaba de nuevo.



Pasados quince días se decoraba con palmas y flores el Tagoro, acudían todos, nobles y siervos, hombres y mujeres a rendir vasallaje. Tres días duraban los festejos reales, se hacían hogueras, se cantaba, bailaba, luchas, carreras, banquetes y ejercicios gimnásticos, pasados los cuales se retiraba el gentío a sus respectivos Auchones y Tagoros llenando el aire de regocijados ajjides.



El territorio estaba dividido en 1) Tagoro real, 2) Gran Tagoro o Almogaren Guanche, 3) Auchones. Llevaban en tablillas la contabilidad de los graneros comunales, rebaños, estadísticas, etc. Disponían de un sistema de correos que comunicaba todos los distritos.



Menceyes y nobles componían el primer estrato social, a continuación Achimenceyes y luego Achicaxnas.



La primera cualidad exigida a la realeza era el valor comprobado, en la lucha los Menceyes y Achimenceyes eran los primeros en encarar al enemigo y eran dados al combate cuerpo a cuerpo, de la que dieron sobrada muestra en la invasión española. Tenían que ser rectos y justos a la par que valientes. Eran accesibles a sus vasallos por humildes que éstos fueran.



El Mencey recorría con su séquito su comarca precedido de la Añepa real, a su encuentro salían los tagoreros con su añepa respectiva y la algarabía de júbilo de la población.