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viernes, 15 de marzo de 2013

CARTA DE JAMAICA


El relato que transcribo a continuación podría haber sido escrito en Canarias, en cualquier época, incluso en la actual. Las situaciones del comercio, la justicia y equidad son tan similares que pudo haberse escrito en esta tierra. La situación descrita ha cambiado en otros lares, en Canarias todo sigue igual, quizás peor.
El escrito en cuestión es la llamada “Carta de Jamaica”, escrita por Simón Bolívar y Palacios en su exilio de aquella isla.

Tres siglos hace que empezaron las barbaridades que los españoles cometieron en el gran hemisferio de Colón. Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas (increíbles), porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serán creídas por los críticos modernos.
El destino de América se ha fijado irrevocablemente; el lazo que la unía a España está cortado; la opinión era toda su fuerza; lo que antes las enlazaba ya las divide; mas grande es el odio que nos ha inspirado España que el mar que nos separa de ella, menos difícil es unir los dos continentes que reconciliar los espíritus de ambos países.
La muerte, el deshonor, cuanto es nocivo nos amenaza y tememos; todo lo sufrimos de esa desnaturalizada madrastra.
El pueblo su independencia por fin la logra.
Llegó el tiempo en fin, de pagar a los españoles suplicios con suplicios y de ahogar a esa raza de exterminadores en su sangre o en el mar.
La Europa civilizada, comerciante y amante de la libertad, permite que una vieja serpiente, por solo satisfacer su saña envenenada, devore la mas bella parte de nuestro globo.
No somos indios ni europeos, sino una especie media entre los legítimos propietarios del país y los usurpadores españoles.
Los estados son esclavos por la naturaleza de su constitución o por el abuso de ella. Un pueblo es esclavo cuando el gobierno, por su esencia o por sus vicios, huella y usurpa los derechos del ciudadano o súbdito.
Los privilegios exclusivos del comercio hasta los de primera necesidad, las trabas para que no se negocie. Campos yermos, las entrañas de la tierra para excavar el oro que no puede saciar a esa nación avarienta.
Estamos dominados de los vicios que se contraen bajo la dirección de una nación como la española, que solo ha sobresalido en fiereza, ambición, venganza y codicia.
Yo diré lo que puede ponernos en aptitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno libre; es la unión; la unión no vendrá por prodigio divino sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos.
Cuando los sucesos no están asegurados, cuando el estado es débil, y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan, las opiniones se dividen, las pasiones las agitan y los enemigos las animan para triunfar por este fácil medio.