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sábado, 3 de marzo de 2012

SEMBLANZAS CANARIAS










EXTRAIDO DEL LIBRO DEOLIVIA M. STONE


El gobierno español y los funcionarios convierten a cualquier hombre en bribón aunque éste no quiera. Un navío cargado de carbón llegó a puerto y pagó las tasa portuarias. El agente que lo había fletado se quejó de las altas tasas y entonces le dijeron que debería haber declarado solamente una cuarta parte. Las autoridades son muy benevolentes y realmente admiten que se cometan fraudes de ésta clase. El procedimiento no se considera deshonesto, el no hacerlo era considerado de tontos. Si algún cosechero pagara los impuestos correspondientes a su producción no podría vivir.



Los impuestos sobre los alimentos son los mas injustos y recaen con mas peso sobre la gente pobre. En el fielato a veces ocurren actos poco civilizados, ya que frecuentemente registran a las mujeres y además, bruscamente.



Un coronel, oficial de Santa Cruz, no tiene ningún reparo en obligar a un comerciante a quién compraba provisiones para el gobierno, a que anotara cantidades mucho mayores que las que realmente llevaba. Un impuesto excéntrico es el impuesto sobre la sal.



- No está permitido que un médico pase consulta en estas islas sin haber estudiado en las facultades de medicina españolas. Existen casos de personas que sin saber nada, escasamente las primeras letras, regrese cuatro años mas tarde convertido en médico hecho y derecho.“Cuando la ignorancia trae la felicidad es una locura ser sabio”.



Muchos médicos mejoran sus títulos españoles obteniendo certificados de otros lugares; algunos en Inglaterra, pero la mayoría, en Francia. En éstos doctores se tiene, por consiguiente, una mayor confianza que en aquellos con títulos españoles solamente.



Se cuentan historias curiosas sobre como afectan las diferencias políticas la elección de un médico. Un caballero de La Palma se encontraba enfermo, y en vez de que lo tratase un doctor de dicho lugar, mandó que viniese un cirujano de La Orotava.



- Muchas personas de éstas islas emigran a América y a las Antillas. Debido a la crisis del comercio, a los altos impuestos y a la falta de industrias, no solo no es posible que la gente haga fortuna sino tan siquiera gane lo suficiente. En general en aquellas lejanas tierras occidentales hacen fortuna, y mantienen el contacto con su hogar a través de cartas. Los periódicos canarios publican con regularidad cartas de corresponsales en las Antillas.



Frecuentemente regresan con lo que, en este Archipiélago se considera una fortuna y vuelven a fijar su residencia en su antiguo hogar. Por ello, en estas islas hay mejores hombres y con mentes mas abiertas que están desechando esa indolencia tan característica de la Península, y que, como han viajado, tienen ideas mas avanzadas.



Debido a la presencia de estos indianos, como los llaman, el Archipiélago está listo para progresar si existe la oportunidad pero, como están gobernados por España, a través de funcionarios españoles, sus esfuerzos se ven paralizados.



- Los verdaderos guanches fueron un pueblo civilizado. Azurara nos hace una breve descripción de ellos en su época. Afirma que los guanches “poseían mucho trigo y verduras y gran abundancia de cerdos, ovejas y cabras, e iban vestidos con pieles”. Vivian en cabañas y cuevas y su ocupación principal era la guerra.



Eran hombres fuertes y activos y tenían esposas propias. Creían en la existencia de un dios. Cadamosto que escribe en 1455, dice que Tenerife estaba gobernada por nueve jefes, que eran reyes por su poder, no por herencia.



Sus armas eran jabalinas con puntas de cuerno afiladas y a veces, la madera misma la endurecían con fuego.



Untaban sus cuerpos con grasa de cabra, mezclada con el jugo de hierbas, de verde, rojo y amarillo formando bellos dibujos y, de esta manera demostraban su individualidad.



Se cree que los cristianos de las islas ya conquistadas realizaban incursiones a las no conquistadas llevándose a hombre y mujeres para enviar a España como esclavos. Si los cristianos eran capturados, los nativos no los maltrataban sino que “consideraban que era castigo suficiente obligarlos a desollar sus cabras, degollarlas y trocearlas, un trabajo que consideraban el mas degradante que podía realizar un hombre”.



Cadamosto reunió la mayor parte de su información de oídas.



Se puede obtener mucha información de manuscritos traducidos por Glass. Dice que eran de estatura media y que los que vivían en el norte de la isla eran mas rubios que los del sur. Veneraban a un solo dios. El manuscrito de Glass afirma sin lugar a dudas que cada hombre solo tenia una esposa, contradiciendo a Cadamosto. Añade además que “tenían la costumbre de que cuando, por casualidad, un hombre se cruzaba con una mujer sola en el camino o en algún lugar solitario, no debía mirarla o dirigirse a ella, a menos que ella le hablara o pidiera algo primero, sino que debía apartarse de su camino”.



Los hombres llevaban capas de piel de cabra; las de las mujeres eran mas largas y llegaban hasta sus pies, con faldas del mismo material debajo. La llegada del enemigo se anunciaba con humo o silbando, señal que repetían de unos a otros, pudiendo oírse a distancias casi increíble.



Creían que dios los creó de la tierra y del agua y que creó tanto mujeres como hombres, dándoles ganado y todo lo necesario para su subsistencia, pero que mas tarde, pareciéndole que era muy pocos, creó mas, pero que a estos últimos no les dio nada y, cuando le pidieron rebaños de ovejas y cabras, les dijo que se convirtieran en sirvientes de otros que les darían sustento a cambio. De ellos descienden los Achicarnayos sirvientes.



Se dice que los guanches eran muy limpios, que se lavaban las manos y la cara al levantarse y antes y después de comer. “Después de comer, no bebían nada durante media hora porque creían que beber agua fría inmediatamente después de comer alimentos calientes les estropearía y dañaría los dientes”. Otra costumbre mencionada por Glass es que “cuando una persona iba a la casa de otra, no intentaba entrar en ella sino que se sentaba sobre una piedra a la puerta y silbaba o cantaba hasta que alguien salía y le pedía que entrara”.



Todo esto nos demuestra que los guanches no eran incivilizados.



Tenían leyes y costumbres que había que respetar y sus hábitos y costumbres no pueden, ni por un momento, considerarse salvajes. El mismo hecho de que embalsamasen a sus muertos les coloca entre las sociedades civilizadas del mundo.

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