LA CONQUISTA DE TENERIFE (PRIMERA
PARTE)
Se dice que
la historia la escriben los vencedores, casi siempre con omisiones latentes,
inventos sutiles, embustes y exageraciones. La conquista de Tenerife (Achinech)
no está exenta de ninguna.
Cuando un
historiador pretende escribir sobre Canarias lo hace con la perspectiva de ser
un pueblo troglodita, anclado en un pasado remoto y morando en cavernas. Nada
de eso es cierto pero el tema daría para un artículo aparte.
Los
castellanos han demostrado un desprecio absoluto hacia el guanche, miedo a su
bravura y venganza patológica. No disponemos de datos fiables de nombres y
genealogías.
Generalmente
los autores de historia parecen posicionarse en ambas partes, sin embargo
releyendo los textos se encuentran detalles que inclinan la balanza.
Es necesario
resaltar que la conquista de Canarias dura noventa y seis años, mucho más que
la americana, se sufrieron diversas invasiones que engaños, traiciones, venenos, enfermedades
desconocidas, etc. no son ajenos.
La acción de
los misioneros cristianos precedió siempre a los castellanos, es la vanguardia,
la avanzadilla, tanto en América como en Filipinas y Canarias, es la siembra de
la semilla del miedo.
El
conquistador invade, roba, mata y se queda el botín que luego vende, cede o
reparte.
Clemente VI
se encarga, sin autorización divina, de erigir en reino todo el archipiélago y
nombra príncipe sobre los infieles atlánticos. Se inicia una cruzada “evangelizadora”
a sangre y fuego. En 1477 la bula papal permite a los invasores que los isleños
que no se quieran convertir fueran forzados por las armas. Aparecen imágenes
virginales en todas las islas sin excepción.
Canarias
sufren invasiones francesas, portuguesas y españolas principalmente.
Para
justificar, poéticamente, el supuesto mestizaje, se escoge un valiente
extranjero unido a una bella nativa, nunca al revés.
Lo que
solemos leer en los textos históricos son manuscritos producto de sucesivas
copias que se van deformando paulatinamente de forma interesada. Los
castellanos en América recogen infinidad de documentos que explican los linajes
y las historias de estos pueblos con abundante detalles de nombres, en Canarias
nada de esto sucede.
Los
invasores daban por hecho que un documento que ellos mismos redactaban, daba
las garantías necesarias de posesión y dominio con el supuesto beneplácito de
los naturales que nada entendían.
Los
invasores extranjeros capturaban predominantemente mujeres y niños para intimidar
a la población. También es considerable la exageración en la talla del guanche,
es comprensible, pues luchar con gigantes se considera heroico.
Considerar
que a diferencia de otras tierras invadidas, Canarias sufrió diversas
invasiones y asaltos realizados por contingentes militares profesionales.
Algunos
autores sostienen que la labor de la iglesia era lenta para los fines
conquistadores.
Con el
apresamiento en Gran Canaria de Artemi Semidan, Guanarteme de Galdar mientras
dormía se pierde el último bastión, este se ve forzado a pactar, no olvidemos
que secuestran a mujeres y niños para tal fin.
Reconocidos
historiadores relatan con justificación las andanzas de los invasores
esgrimiendo que todo era plausible contra los “infieles”. Si se estudia con
detenimiento a los autores que se consideran “nuestros”, nos damos cuenta de la
tesis que defienden con parcialidad absoluta.
Es
sintomático observar cómo, al tiempo que algún historiador resalta las
característica que adornan en demasía al conquistador, pasan por alto aspectos
significativos sociales, políticos, etc. de los nativo. Desde la óptica del conquistador y valga el
ejemplo, las características personales que confieren a Alonso de Lugo los
mismos autores lo señalan como; mal estratega, ambicioso en exceso, inquieto,
rebelde, hábil, mañoso, interesado, sin escrúpulos, arbitrario, despótico,
devoto, traidor, esclavista, desleal, amoral, conspirador, saqueador, ladrón.
Algún historiador que leemos lo llama asimismo “nuestro héroe”.
Finalizada
la conquista de Gran Canaria y La Palma, estas se convierten en plataforma para
el asalto a Tenerife, duraría casi dos años luego de sucesivas oleadas
asaltantes.
Tenerife
resistió muchos asaltos pero los de Lugo poseían la mejor flota y el mejor
armamento de la época.
Año 1494.
Mil quinientos soldados, lanceros y ballesteros, cien caballos, de Gran Canaria
cuatrocientos soldados y sesenta de a caballo, un total de mil novecientos
soldados bien pertrechados y ciento sesenta caballos, animales que el guanche
no conocía. Está reseñado el envío de artillería.
Tenerife se
había dividido en bandos, los del sur de paces, los del norte como bando de
guerra. La iglesia había hecho excelente trabajo en los menceyatos del sur de
la isla.
La invasión
tuvo lugar a primeros de Mayo, comienzo de la primavera, y constaba de treinta
barcos y más de dos mil soldados profesionales.
Los
extranjeros parten de Añaza, actual Santa Cruz, acampan cerca de Aguere, hoy La
Laguna. Se cuenta que el conquistador tuvo un encuentro con el Mencey Bencomo.
Sibilinamente
el extranjero promete con la rendición guanche acogerse al reino invasor como
súbdito y convertirse al cristianismo. El Mencey contesta que no sabe lo que es
el cristianismo y que ha nacido libre y no acepta vasallaje. Con gran dignidad
Bencomo dijo que si había de ser provocado no habría de huir.
Los guanches
no plantearon guerra de guerrilla, altivos y valientes plantaron cara de
frente. La batalla tiene lugar en Acentejo.
Los
castellanos habían apañado gran número de ganado, un silbo revuelve a los
animales y los guanches caen en tromba sobre el enemigo. El lugar fragoso
favorece a los nativos, los caballos no son operativos, después de horas de
lucha el enemigo es vencido.
El de Lugo
cambia su casaca roja con uno de los suyos para no ser reconocido, había recibido
una buena pedrada en la boca, huye cobardemente del lugar.
Los
historiadores cifran en mil doscientos noventa (1290) los invasores muertos en
el campo de batalla. Del número de guanches caídos no se sabe nada, son ellos
los que escriben y no les parece interesante.
Desgraciadamente
los invasores volverían más tarde a la carga con una nueva invasión.